La piel perdona pero no olvida y aunque se recupera después de una quemadura solar, los daños sufridos quedan en su memoria
El Sol desempeña un papel importante en la Salud del ser humano, es imprescindible para la vida y es nuestra fuente de energía, pero una exposición inadecuada tiene efectos perjudiciales que puede causar alteraciones en la piel y ocasionar enfermedades graves.
La piel tiene varias capas, la epidermis, donde encontramos los melanocitos que se encargan de la melanina, aportado color y protegiéndola de radiaciones solares (UV-A). La dermis, dónde están las glándulas sudoríparas y sebáceas, que fabrican el sudor y la grasa, evitando que la piel se seque, le aportan flexibilidad y la protegen de la penetración de gérmenes. La hipodermis, por su parte, es la capa más profunda, sirve como almacén de energía y como aislante térmico. Alterar estas tres capas puede provocar desde una irritación cutánea hasta enfermedades graves de la piel
La piel tiene memoria y desde que nacemos comienza a recibir radiación. Los efectos perjudiciales del exceso de sol derivan de la naturaleza electromagnética de la luz solar: por su poder calorífico provoca quemaduras, alteraciones cromosómicas y degeneraciones neoplásicas que incluyen las queratosis actínicas, que son un tipo de degeneración cutánea que puede malignizarse, léntigos solares, manchas hiperpigmentadas y cáncer de piel.
La suma de tanta radiación a lo largo de la vida pasa factura. Hay muchos tipos de cánceres de piel, desde el más tratable como el carcinoma basocelular hasta el más peligroso melanoma maligno, que es una neoplasia de la piel cuya frecuencia de aparición ha aumentado mucho en los últimos años y es el cáncer que más crece en España.
Lo más importante es proteger nuestra piel del sol tanto en invierno como en verano e incluso en días nublados, para evitar quemaduras solares con medidas de fotoprotección. El bronceado es más lento con fotoprotectores, pero la piel está a salvo de efectos nocivos para nuestra salud.
Ahora que se acerca el verano vamos a recordar una vez más las recomendaciones fundamentales para reducir el daño del sol: beber agua con frecuencia, una piel bien hidratada también te cuidara frente a los rayos solares y debes protegerte al realizar actividad física. Las cremas de alta de protección (FPS 50+UVB+UVA) son las únicas que nos resguardan de los rayos solares más peligrosos (ultravioletas A y B). Debemos aplicarlas en nuestra piel cada dos horas y después de cada baño. Recuerda que los envases una vez abiertos tienen fecha de caducidad (generalmente seis meses), por lo que no sirven de un verano para otro. Ponte sombrero, camiseta y gorra cuando te expongas directamente al sol. Utiliza sombrillas y recuerda que tanto la arena como la nieve reflejan los rayos solares y también causan daño en la piel.
Los niños hasta los tres años no deben exponerse al sol y está contraindicado ponerles cremas protectoras hasta los seis meses de edad. Protege tus ojos con gafas de sol y busca una buena sombra ente las 12 de la mañana y 4 de la tarde, ya que a esas horas la radiación solar es la más peligrosa. Las alteraciones que produce el sol en la piel pueden detectarse con facilidad, por eso es recomendable que te revises periódicamente. Presta especial atención a la aparición de manchas, generalmente rojizas, que se pueden descamar y sangrar. Toma el sol con precaución y sin miedo a posibles efectos adversos.
¡No te quemes con el Sol y disfruta del Sol con protección¡
Lorena López Castañón
Enfermera de Atención Primaria del Servicio Madrileño de
Salud. Máster en Investigación Cuidados en Salud (UCM)
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